El Ayuno

El Ayuno

Una de los actos de penitencia que nos pide este tiempo de gracia: La Cuaresma, es el ayuno. Generalmente relacionamos el ayuno con el alimento. El ayuno, es entonces la abstinencia de alimento, pero para nuestra Iglesia el abstenerse debe ser lo primordial. No muchas personas pueden hacer un ayuno, por muchas razones, enfermedad, dificultad física, edad, etc.

La Iglesia nos prescribe el ayuno para dos días especialmente, Miércoles de Ceniza y Viernes Santo, el primero que es el inicio de la cuaresma, en el que nos predisponemos para volvernos al Señor, y el segundo, por el sacrificio que cada uno de nosotros debemos hacer a ejemplo de Cristo.

Pero, en este tiempo de “ayuno”, debemos reconocer qué es la “abstinencia”. Ésta es pues la acción que debemos ofrecer a Dios. Y hay diferentes formas de hacerlo, hay muchas cosas que nos gusta hacer, en nuestro diario vivir tenemos cosas “necesarias” para nosotros, debemos preguntarnos ¿Qué es eso que me encanta?, ¿La televisión?, ¿la música?, ¿el juego?, ¿la bebida?, ¿el dinero?, o muchas otras cosas que de alguna manera nos satisfacen. Esta es la abstinencia para estos días, debemos despojarnos de muchas cosas, y si es difícil y complicado, y si nos cuesta dejarlo, en eso consiste la abstinencia, ese es nuestro “ayuno”. Un ayuno material es bien recibido, y un ayuno espiritual nos santifica.

Busquemos entonces de qué manera podemos ofrecer un pequeño sacrificio a Dios, Jesús mismo ayunó cuarenta días, nosotros tenemos cuarenta días para hacer un pequeño sacrificio todos los días. Así, indiscutiblemente el Señor nos recompensará. Este mismo “ayuno” puede ser ofrecido para nosotros mismos o para aquellos que más lo necesitan, para aquella persona que conocemos y está pasando momentos difíciles, es cuestión de querer ofrecer algo a Dios.

Para los que ayunan, y saben el sacrificio vivido, entenderán qué es penitencia.

Es tiempo de penitencia, es tiempo de oración es tiempo de ayuda… la cuaresma es un tiempo de CONVERSIÓN.

No solo de vive el hombre, sino de toda Palabra que sale de boca de  Dios.